A partir del 1 de diciembre los tucumanos tendrán la oportunidad histórica de revertir una crisis que para muchos fue casi terminal. Ese día, después de casi ocho meses, se abrirán las fronteras para alentar el turismo regional. Sin lugar a dudas es una oportunidad única para un sector que se vio obligado a cerrar sus puertas por la pandemia durante bastante tiempo. Lo que se genere en los próximos meses puede marcar un antes y un después en la historia de la actividad en nuestra provincia.
Los especialistas, gurúes y los mismos empresarios siempre sostienen que se deben aprovechar las lecciones que dejan los tiempos difíciles. Las limitaciones que existirán para transitar libremente por el país y la imposibilidad de viajar al exterior convierten a Tucumán en uno de los atractivos para recibir una importante cantidad de visitantes de otras provincias. El titular del Ente Tucumán Turismo, Sebastián Giobellina, entendió la importancia de la “nueva normalidad” y firmó alianzas estratégicas con Salta y Jujuy e invitó a Santiago del Estero, Catamarca y La Rioja a hacer lo mismo. Las autoridades de la provincia también se preocuparon en generar créditos y dictar otras normas para tratar de fortalecer al sector ante la inminente llegada de un buen verano para todos.
Pero este desafío no sólo es para los empresarios del sector, sino para todos los tucumanos. Cada uno, desde el lugar que ocupa, debe aportar su granito de arena para que los visitantes terminen enamorándose de un lugar al que le sobran encantos para sorprender y que desde hace años trata de transformarse en un destino durante todo el año.
Para ello es fundamental que se concreten alianzas estratégicas para que Tucumán termine consolidándose en el mapa turístico a nivel nacional. ¿De qué servirán estos acuerdos? De mucho. En una larga lista de ejemplos se puede incluir la limpieza en los principales accesos de la provincia; coordinar controles y operativos especiales con el ministerio de Seguridad para que el turista sepa dónde puede ser atendido si tiene alguna emergencia en estos tiempos de pandemia; y buscar artistas que muestren sus creaciones en lugares públicos, entre otras medidas que harán sentirse como en casa a los foráneos.
Pero la responsabilidad no sólo es del Estado. Los empresarios del sector deberán entender que esta es una oportunidad para atraer y no para espantar a los visitantes. Por ese motivo, deberían pensar en tarifas accesibles y en promociones especiales para estos tiempos difíciles. Y también deberían estar pensadas en el turismo interno, porque los tucumanos también pueden transformarse en una buena fuente de ingresos. Algo similar debería suceder con los centros gastronómicos y los bares de una movida nocturna que siempre sorprende y atrapa, como la renovada plaza Urquiza, que ha crecido desde que los bares consiguieron la autorización para poner mesas en el paseo.
Los ciudadanos deberían sumarse a esta misión. Y lo pueden hacer con acciones concretas como ser amables y educados a la hora de dar una indicación, brindar una recomendación o una ayuda ante cualquier inconveniente que se le presente. Que Tucumán enamore es responsabilidad de todos. Sólo hay que terminar de entender que el turismo puede colaborar en el despegue de la provincia.